Crisis de identidad
Un día nos dimos cuenta de que el tránsito que estábamos atravesando no era suficiente, no nos llenaba, no nos hacía bien y nos veíamos agobiados. Todo ese esfuerzo, ese “remar”, todo ese crecimiento vertiginoso, de repente, se convirtió en fastidio, en incomodidad. Conversaciones de amor, pasión, logros; se habían vuelto tristeza, desilusión.
Nos miramos a los ojos y encontramos esos mismos sueños pero lejanos, lo que habíamos empezado a hacer en nuestro día a día estaba lejos de apoyarse en los valores que nos definían.
Igual que en algún momento de la vida personal de cada uno, en el que decidimos dejar todo lo que alguna vez nos hizo llenar de orgullo para transformarnos en alguien que hasta ese momento no conocíamos, pero sentíamos dentro. Alguien que empezó a priorizar lo importante por sobre lo confortable, lo seguro, lo conocido. Alguien que se eligió y elige a sí mismo por encima de sus propios objetivos, alguien con más propósitos que metas; alguien con más sueños, más compromiso y más pasión que, hasta ese momento, resultados.
¿Cuánto vale una persona con sueños, con visión? ¿Y…dos con los mismos?
Juntos nos pasó, nos pasa. Se acabaron las conversaciones de futuro y aparecieron las de pasado, las de revisarnos. Esa crisis de identidad, en la que nuestro sistema de creencias se vio colapsado, nos sirvió de fuente para soltar y dejar ir todo lo que ya no funcionaba, lo que pesaba, lo que nos tiraba para atrás. Elegimos sentarnos, reflexionar, tomar aquello que queríamos conservar, mirar nuevamente el futuro y sumar nuevas miradas. Abrirnos a una escucha que trascienda el tiempo, elegimos redescubrirnos, transformarnos para transformar. Elegimos valores y una visión compartida.
Ayer nos identificamos con un árbol como símbolo de marca. Implicaba y representaba vida, con sus frutos y sus ramas, bailando con el viento, un lugar para descansar. Pasado el tiempo, observamos que ese árbol nos estaba hablando a gritos, todo el tiempo frente a nosotros. Ese árbol no tenía raíces…
Ningún árbol se puede sostener por mucho tiempo, sin construir raíces. Sin construir diálogo con el transcurrir del tiempo, con el agua y la tierra para abrirse paso en la naturaleza y afianzarse poco a poco para alimentarse y crecer.
Hoy, una visión de futuro nos hace pararnos y movernos, todo a la vez, todo en concordancia, en armonía. Hoy, llegó el momento de empezar a movernos, de tomar decisiones, de avanzar a consciencia, sabiendo que somos parte de varios sistemas en simultáneo.
Hoy, hay una entrada hacia algún lugar. Pero somos nosotros quienes eligen cuales entradas se convertirán en puertas que estaremos dispuestos a abrir, cuales a cerrar y qué ritmo va a llevar ese proceso. La elección nos hace libres y la libertad nos permite disfrutar el recorrido.
Hoy te proponemos que junto a nosotros te pares frente a esa ENTRADA, respires hondo y decidas tu propio camino de Desarrollo Humano.